Beatriz Ferreira Adorno: una vida dedicada al campo y las mujeres

Beatriz Ferreira Adorno: una vida dedicada al campo y las mujeres

Boletín Comunicativo – Abril 2024 – Boletín 3

En esta entrega conoceremos a Beatriz Ferreira Adorno, ingeniera química paraguaya con una dedicación constante en el acceso a la tierra por parte de mujeres y campesinos, procurando que también exista un acompañamiento técnico y económico que permita la seguridad alimentaria y la distribución de los productos agrícolas en los mercados locales y regionales.

Beatriz Ferreira Adorno, desde 2008 ingresó a la función pública en el INSTITUTO NACIONAL DE DESARROLLO RURAL Y DE LA TIERRA de Paraguay, desde donde acompaña la problemática del acceso a la tierra y la producción en el campo.

Entre los procesos significativos que Beatriz ha acompañado está el Protocolo Mujer Rural (722/2023) para que las mujeres tengan prioridad en el acceso a la tierra, en un contexto en el que recaen sobre ellas las obligaciones del cuidado de la familia, de la producción de los alimentos y la reproducción de la cultura alimenticia en el campo.

¿Cómo ha sido el proceso para garantizar el acceso a la tierra como lo promete la reforma constitucional de 1992?

Si bien se han entregado tierras y formalizado su tenencia a través de los títulos, no ha habido un acompañamiento eficiente por parte del Estado para que el campesino pueda permanecer en el campo, en el sentido de la producción y de los mercados que generen ingresos para poderse sostener.

La economía nacional se basa en la producción del sector primario, especialmente en la ganadería y la producción de granos, lo que progresivamente viene expulsando a los campesinos y a los indígenas del campo, a través de la compra de tierras o la expulsión violenta”.

¿Por qué es tan importante el acceso de las mujeres a la tierra en el campo paraguayo?

El campo en Paraguay tiene rostro de mujer. Hoy son las mujeres campesinas e indígenas las que quedan en la parcela, porque muchos hombres buscan ingresos económicos en otras fuentes de trabajo como la ganadería o los grandes cultivos.

En las mujeres está la clave para que la agricultura que aporta a la seguridad alimentaria pueda seguir reproduciéndose como una práctica cultural en el campo paraguayo, y que esta unidad de producción no sucumba ante los cultivos de soja, maíz, maní, sésamo, chía, arroz y trigo, que salen del país y van como insumos a los mercados internacionales.

La seguridad alimentaria está en manos de las mujeres en el campo. Son las mujeres las que planifican los cultivos que aseguran la alimentación, y son las mujeres las que llegan también a los pequeños mercados o tradicionales, como las ferias o los negocios de los cascos urbanos.

En este punto, se cuenta con el apoyo de organizaciones multilaterales como Naciones Unidas y la Fao, y los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) también ponen su atención, lo que obliga o compromete a la institución, hace que se venga mejorando en el tema, pero con la impresión de que las áreas de tierra que se entregan a las mujeres son más pequeñas que las que se entregan a los hombres. En ese escenario, de cierre de brechas, hay todavía mucho por hacer.

¿Cuáles son los retos que siguen en este acompañamiento en el acceso a la tierra y el papel de las mujeres en el campo paraguayo?

La agricultura campesina sufre la presión de los grandes productores, entre ellos Brasil y Argentina, que tienen la capacidad de inundar el mercado local, que es pequeño, con precios menores a los de los campesinos paraguayos, quienes se quedan con la pérdida.

Si las nuevas formas de producción extensiva excluyen al campesino con su experiencia y conocimiento, y le impiden las condiciones necesarias para sobrevivir, que los expulsa hacia el centro del país, a los cinturones de pobreza de la capital, o migran a Argentina o a España como mano de obra en grandes cultivos, como una forma de generar un ingreso adicional para las familias, de hecho, hay familias completas que se han ido todos.

Quienes permanecen en el campo lo hacen con mucho sacrificio y con mucho amor a la tierra, al campo, a las formas de producción y al ser campesino.

Entregar tierras sin todo el apoyo no es suficiente, si estamos hablando de la agricultura familiar, el Estado debe tener programas de producción que impulse al campo, que faciliten su mercadeo, y que las familias puedan seguir en el campo.

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