Alejandro García: al servicio de la defensa de los derechos y la tierra

Alejandro García es sociólogo y cuenta con estudios de maestría en Territorio, conflicto y cultura de la Universidad del Tolima, quien rápidamente como estudiante se interesó por el activismo ambiental, ya que en su región se presentaron tensiones sociales con la presencia de un proyecto de megaminería.
Ahora es responsable de acompañar la gestión de Pax Christi Internacional, organización que tiene presencia y articulaciones en 7 países de la región latinoamericana y encuentra un gran valor en el trabajo en red con el Programa Latinoamericano de Tierras.
El activismo ambiental y los derechos humanos como camino
Desde su formación como sociólogo ya existía un interés y un compromiso con los derechos humanos, particularmente con los asociados a la vida y el ambiente.
“He estado vinculado a los procesos de resistencia, sobre todo, desde los movimientos socioambientales o ambientalistas”.
Su interés no es casual, en su región tenían la presencia de un gran proyecto minero de oro en Cajamarca, en el que se cuestionaron sus impactos sobre la naturaleza y la cultura.
“Ya había colectivos ambientales que estaban generando procesos de investigación, y de reflexión y acción también, por el proyecto minero La Colosa, regional de la multinacional Anglo Gold Ashanti.”
La creación de la Corporación SOS Ambiental y nuevos pasos en el camino
En este activismo ambiental, en el 2010 hizo parte de un colectivo que creó el Comité ambiental en defensa de la vida, como un espacio universitario y ciudadano, el cual luego tendría una expresión formal a través de la Corporación SOS Ambiental.
En ese camino de activismo ambiental y defensa de la vida, en el 2013 se encuentra con Pax Christi Internacional, especialmente con Martha Inés Romero, la coordinadora del programa para América Latina y el Caribe, y quien actualmente, también es la secretaria del movimiento a nivel global.
“La vinculación con Pax Christi Internacional a este movimiento fue precisamente en el fortalecimiento de capacidades, especialmente a partir del enfoque de la no violencia activa para la transformación de los conflictos. Y esto fue muy importante.”
Esta relación permitió rechazar el proyecto con argumentos, en alianzas con centros académicos, que abren el panorama de la discusión y ayudan a identificar “cuáles son esos posibles impactos, de un proyecto a gran escala, más aún en zonas de media alta montaña, de economía campesina, de grandes afluentes de agua.”
¿Este enfoque de Pax Christi qué efecto tiene sobre las organizaciones que participan del proceso?
“Sirve para fortalecer lo organizativo, o el tejido comunitario, y para poder ver ese conflicto como una oportunidad de cambio, una oportunidad para poder cambiar las condiciones de vida. Esto fue importante precisamente porque ayudó a potenciar la visión integral, la visión espiritual, holística de este proceso, en el sentido de que también se valora y no se lleva una discusión netamente técnica en términos del buen manejo o no del uso industrial de un proceso minero, sino también, otros factores que están en riesgo que hacen parte esencial de un territorio, como es la cultura campesina, como es la memoria del territorio, como han sido las historias, el relacionamiento, la construcción histórica que ha tenido, en este caso, Cajamarca.”
Luego de hacer parte de este movimiento, entre el 2010 y el 2021, y ser también el Director de la Corporación SOS Ambiental, tuvo un receso, del que regresó a ser parte de Pax Christi.
Una nueva etapa en el camino: Pax Christi
“Ya en el año 2022 me vinculé al movimiento Pax Christi Internacional como asistente del programa para América Latina y el Caribe y he estado ahí aprendiendo bastante de los diversos procesos y experiencias con los cuales el programa trabaja”.
Tiene articulación en 7 países con 9 copartes, con el foco puesto en procesos de vulneración de derechos en el acceso a la tierra por megaproyectos mineros y por proyectos inmobiliarios, los cuales coinciden en el efecto de despojo de la tierra a sus dueños tradicionales, especialmente con comunidades campesinas y vulnerables.
El derecho a decir no y a decir sí
El acompañamiento a las comunidades desde la formación y la defensa de los derechos, genera una autonomía en la que las personas tienen el derecho a decir no a los proyectos que vienen de afuera, que los subordinan al interés de una empresa, o el derecho a decir sí, a sus proyectos de vida, a su realización personal, a sus propios proyectos productivos y culturales, por fuera de la lógicas desarrollistas.
“Aunque estos proyectos tengan un manto de legalidad muchos tienen prácticas que generan la violación a los derechos humanos. De ahí la importancia de la promoción de los mecanismos legales y jurídicos para la exigencia de derechos, pero también la importancia para poder hacer incidencia política en términos de transformación de normatividad, para que no beneficie a las empresas en el marco de lo que se llama la captura corporativa, sino que mantenga la esencia de la protección de los derechos humanos de las comunidades.”
El trabajo en red para el intercambio de experiencias y saberes que aportan a la paz
En cuanto a la relación con el Programa Latinoamericano de Tierras, Alejandro nos dice:
“Nosotros vemos que este proceso de la Red Latinoamericano de Tierras es esencial porque busca reconocer a partir de este concepto tan importante, nuestro territorio está enraizado en nuestra tierra, no hay territorio sin tierra, y en ese sentido poder dialogar cuál es el territorio latinoamericano, cuáles son esos sentires, esas conexiones, esa cultura campesina, esa cultura indígena, y esas nuevas ruralidades que hay en el contexto latinoamericano… y de otras cosas que son esenciales en la lógica de la construcción de la paz. “
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